Las chucherías y los productos dulces en general, son un alimento que gusta instintivamente a la mayoría de los niños. Esta situación puede ser una ventaja, que puedes utilizar a tu favor. Pero si no lo aprovechas bien, también existe un peligro: que tus hijos se excedan en el consumo.
Te damos algunas claves a tener en cuenta:
Cuándo decir que NO
Por mucho que le atraigan las golosinas, debes enseñar a tu hijo que hay momentos en los que NUNCA debe aceptar el producto: si se lo ofrece un extraño, si lo encuentra en el suelo, si tiene el envoltorio roto… Para ti es evidente, pero él tiene que aprenderlo con tu ayuda.
Si, además, tu hijo sufre de alguna alergia y/o intolerancia, debe ser especialmente cuidadoso. Hasta en los casos en los que sí podría aceptar la chuchería que le ofrecen (fiesta de amigos de clase, regalo de un conocido de la familia…), antes de comérsela debe preguntarte a ti.
Cuida la salud de tus pequeños
Las golosinas, especialmente las que no se disuelven en la boca, pueden presentar riesgo de asfixia. Por eso, la recomendación general es que no se deben administrar nunca a bebés menores de tres años.
Una vez comienzan a consumirlas, es natural que tus hijos te pidan golosinas a todas horas. Ellos no tienen criterio. Es tu responsabilidad enseñarles que las chucherías deben consumirse de forma equilibrada, sin abusar de ellas.
Directamente relacionado con esto: las chucherías jamás sustituyen a la merienda o a un plato de comida. Por eso, acostúmbrales a que no se comen justo antes de las comidas (por ejemplo, al recogerlos a la puerta del cole), para que no se sienten a la mesa estando ya saciados. Eso únicamente provocará conflictos entre vosotros.
Y no te olvides tampoco de la salud de sus dientes. Es necesario que los niños aprendan a lavarse los dientes después de haber comido golosinas, igual que hacen después de desayunar, comer o cenar. Si están en la calle, tienen que recordar lavarse los dientes tan pronto tengan la posibilidad de hacerlo.
Aprovecha las golosinas para educar
Como las chucherías le gustan a los niños, pueden convertirse en un “arma educativa” a la hora de educarlos. Por ejemplo, puedes utilizar gominolas para inculcar valores como el autodominio y la paciencia:
“Espera a comer antes de tomarte el caramelo que te han regalado”
“Decide qué producto comes ahora y guarda el resto para otro momento”
“Pide permiso para coger un caramelo y da las gracias a quién te lo ofrece”
Eso sí, no permitas ni provoques que las golosinas se conviertan en “arma de chantaje”. Como las golosinas son un producto económico y accesible, corres el peligro de acostumbrarte a utilizarlas como premio ante cualquier situación, por pequeña que sea. Si eso ocurre, luego te resultará muy difícil romper esa dinámica.
“Si te comes esto, luego te daré…”
“Deja de llorar y te compraré…”
“Recoge el cuarto y podrás comer…”